Hay un lugar en el que la geología juega a las contradicciones, hay una playa pero no da al mar y hay una cueva que sí desemboca en el mar.
Lo roca caliza que ha dado lugar a esta maravilla, se originó en la Era Primaria, en el Período Carbonífero hace más de 300 millones de años. Sin embargo, no es el origen de la roca, sino los procesos sufridos lo que convierte a este "Ambiental-Hito" en un un lugar de ensueño.
La acción conjunta de las aguas de lluvia infiltrándose y disolviendo la caliza por grietas, pasadizos y galerías y de las olas del mar penetrando por el otro lado de esas grietas y galerías, ensanchándolas y tiñéndolas de colores gracias a la accion de las algas microscópicas, ha dado lugar a unas preciosas formaciones que tendremos que observar detenidamente, dentro y fuera de la cueva.
La playa es en realidad una dolina, cuyo fondo se comunica con el mar a través de una pequeña cueva y de algunas grietas y planos de estratificación ampliados por la erosión. La distribución de la arena y los cantos, en semicírculo, nos informa de la refracción que sufren las olas cuando consiguen llegar hasta ella.
La zona de carst más próxima a la playa y otras que se encuentran en las inmediaciones, son ricas en conductos que comunican con el mar. Los mejores bufaderos de esta costa no se encuentran aquí, sino a unos pocos kilómetros, sin embargo, estos huecos presentan formas caprichosas de una gran belleza.
La cueva que da nombre a la playa, se nos aparece como una humilde entrada en la ladera que une la playa con la costa por el Este. Nada hace presagiar que a pocos metros de la entrada una sinfonía de colores aparecerá ante nuestros ojos.
La razón es que la cueva está claramente dividida en tres tramos de apenas 50 metros cada uno. El primero, a la entrada, carece prácticamente de interés, ya que corresponde a una galería vieja y erosionada por la que apenas circula ya el agua y, por tanto posee pocas formaciones.
El segundo tramo corresponde a una típica galería de un carst activo, por el que se filtra el agua dando lugar a formaciones típicas: estalactitas, estalagmitas, gours, etc. Es una zona interesantísima y que, curiosamente, apenas ha sufrido efectos del vandalismo habitual en las cuevas de tan fácil acceso. (queremos soñar con que siga siendo así..).
El tramo final es el mas espectacular desde el punto de vista de un no experto en Geología. La cueva se abre al mar, generalmente encrespado, como corresponde a un acantilado que da al mar Cantábrico. La desembocadura de la cueva es una sala en la que las formaciones geológicas típicas del carst, a causa de las algas microscópicas y de las sustancias minerales, aparecen teñidas de colores inimaginables entre los que predominan el verde, el rojo, el amarillo...
Los charcos que deja la marea reflejan el techo de la cueva produciendo la sensación de que la cueva se prolongara por el fondo del mar.
Aunque la belleza del lugar nos haga olvidarlo, desde el punto de vista biológico también hay mucho que decir, tanto en la superficie (prados donde pasta el ganado y landas atlánticas de brezo y tojo), como en el interior de las cuevas que dan lugar al mar, donde habitan una flora y una fauna típicas de roquedos muy batidos y entre la que hemos podido ver hasta unos buenos percebes. Fuente: (www.ambiental-hitos.com)